Mayo, mes de María

 MAYO, MES DE LA VIRGEN MARÍA.


El mes de Mayo, se ha consagrado tradicionalmente a la Madre de Dios. Es costumbre que durante todos los días, se realice el llamado Ejercicio del Mes de las Flores, donde cada día, junto con la flor que se coloca a Sus plantas, le ofrezcamos a la Virgen algo de nuestro ser, algo que nos cueste realizar, un trabajo, una promesa... Igualmente, aprendemos con este Ejercicio piadoso, algo nuevo sobre los dones y prerrogativas con los que Dios cubrió a María Santísima, Madre de Dios y Madre Nuestra, Reina del Mar.

EJERCICIO DEL MES DE LAS FLORES:

PARA TODOS LOS DÍAS:

Venid y vamos todos con flores a porfía,
con flores a María, que Madre nuestra es.
De nuevo aquí nos tienes, purísima doncella,
más que la luna, bella, postrados a tus pies.
Venimos a ofrecerte las flores de este suelo,
con cuánto amor y anhelo, Señora, tú lo ves.
Por ellas te rogamos, si cándidas te placen,
las que en la gloria nacen, en cambio, tú nos des.

DÍA 16: VIRGEN PERSEVERANTE. 
Deberíamos adquirir la costumbre de pedir cada día a nuestra Madre la Virgen la virtud de la santa perseverancia.

Tanto en lo que se refiere a nuestra vida temporal como a la vida sobrenatural, uno de nuestros mayores enemigos es la falta de constancia.

Si hacemos examen de conciencia nos sorprendemos de cuántas torres comenzamos a edificar y a levantar a lo largo de nuestra vida y se han quedado a medio hacer. Comenzamos a construir y no concluimos la obra proyectada, con el consiguiente desperdicio de energías, tiempo e ilusiones.

Uno de nuestros mayores fracasos es la falta de constancia, la falta de perseverancia en el bien obrar.

Es cuestión de exigencia personal, de autodominio, de falta de orden y previsión, también de no dejarse llevar por la inmediatez ni dejarse dominar por los estados de ánimo.

Para adquirir una virtud es necesario la repetición constante de actos referidos a esa virtud. De esa forma, la constancia en la repetición de dichos actos va creando en nosotros hábitos y actitudes que se van enraizando en nuestra voluntad haciéndola cada día más fuerte.

La vida espiritual no se edifica sobre el aire sino sobre nuestra personalidad, sobre nuestra humanidad.

Para crecer en la vida espiritual es del todo indispensable la perseverancia.
Dios pide nuestra colaboración con la gracia que Él nos otorga gratuitamente. Y nuestra forma de colaborar es perseverando en el bien obrar.

El Señor nos llama a la santidad, a sabiendas de que es una montaña de altura desproporcionada para nuestras flacas fuerzas, pero Él nos asiste con su gracia y con su auxilio.

Ofrecemos la flor correspondiente en este día a la Santísima Virgen María: EL JACINTO.

Fruto obtenido de este piadoso Ejercicio Mariano: la constancia y la santa perseverancia.

ORACIÓN FINAL: ¡Oh hermosa Señora, Reina del Mar, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo Unigénito!. Amén.



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