Mayo, mes de María

 MAYO, MES DE LA VIRGEN MARÍA.


El mes de Mayo, se ha consagrado tradicionalmente a la Madre de Dios. Es costumbre que durante todos los días, se realice el llamado Ejercicio del Mes de las Flores, donde cada día, junto con la flor que se coloca a Sus plantas, le ofrezcamos a la Virgen algo de nuestro ser, algo que nos cueste realizar, un trabajo, una promesa... Igualmente, aprendemos con este Ejercicio piadoso, algo nuevo sobre los dones y prerrogativas con los que Dios cubrió a María Santísima, Madre de Dios y Madre Nuestra, Reina del Mar.

EJERCICIO DEL MES DE LAS FLORES:

PARA TODOS LOS DÍAS:

Venid y vamos todos con flores a porfía,
con flores a María, que Madre nuestra es.
De nuevo aquí nos tienes, purísima doncella,
más que la luna, bella, postrados a tus pies.
Venimos a ofrecerte las flores de este suelo,
con cuánto amor y anhelo, Señora, tú lo ves.
Por ellas te rogamos, si cándidas te placen,
las que en la gloria nacen, en cambio, tú nos des.

DÍA 28: VIRGEN FUERTE.

En las Letanías lauretanas invocamos a María como "Turris davídica" -Fuerte como Torre de David-. En efecto, la Virgen Santísima, fue  ungida con los siete dones del Espíritu Santo, entre los que se encuentra el don de fortaleza.

María no hubiera podido llevar a cabo la voluntad de Dios sobre Ella, concretada en su ser Madre del Verbo encarnado, Corredentora del género humano y  fiel seguidora de Cristo, sin la efusión del Espíritu con todos sus dones sobre su alma.

Así como la flor Edelweiss florece en la cima de las montañas Alpinas desafiando los rigores del frío, de los vientos y de la nieve. Así María había de florecer como Virgen y Madre en medio de incontables tribulaciones, padecimientos y dificultades de todo tipo.

Con su fe y con su fortaleza María desafío al Maligno y al mundo derrotándolos y venciéndolos en su corazón y en su vida.

También sus hijos hemos de sufrir los embates de los tres enemigos de nuestra salvación: el mundo, el demonio y la concupiscencia de la carne.

La vida del cristiano no es un viaje placentero por este mundo. Se trata, por el contrario, de abrirse paso en medio de una permanente batalla contra esos tres enemigos. Nos referimos al combate espiritual que el cristiano ha de librar todos los días de su vida para permanecer fiel a Cristo, para cumplir la voluntad de Dios y ascender hacia las cumbres de la santidad.

Como la Edelweiss florece en medio de un clima recio y hostil, así las virtudes del cristiano han de florecer en condiciones de hostilidad, de dificultades, persecuciones y  permanentes tentaciones.

Ofrecemos la flor correspondiente en este día a la Santísima Virgen María: LA FLOR DE EDELWEISS.

Fruto obtenido de este piadoso Ejercicio Mariano: la fortaleza.

ORACIÓN FINAL: ¡Oh hermosa Señora, Reina del Mar, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo Unigénito!. Amén.



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