Mayo, mes de María

MAYO, MES DE LA VIRGEN MARÍA.

El mes de Mayo, se ha consagrado tradicionalmente a la Madre de Dios. Es costumbre que durante todos los días, se realice el llamado Ejercicio del Mes de las Flores, donde cada día, junto con la flor que se coloca a Sus plantas, le ofrezcamos a la Virgen algo de nuestro ser, algo que nos cueste realizar, un trabajo, una promesa... Igualmente, aprendemos con este Ejercicio piadoso, algo nuevo sobre los dones y prerrogativas con los que Dios cubrió a María Santísima, Madre de Dios y Madre Nuestra, Reina del Mar.

EJERCICIO DEL MES DE LAS FLORES:

PARA TODOS LOS DÍAS:

Venid y vamos todos con flores a porfía,
con flores a María, que Madre nuestra es.
De nuevo aquí nos tienes, purísima doncella,
más que la luna, bella, postrados a tus pies.
Venimos a ofrecerte las flores de este suelo,
con cuánto amor y anhelo, Señora, tú lo ves.
Por ellas te rogamos, si cándidas te placen,
las que en la gloria nacen, en cambio, tú nos des.

DÍA 20: MADRE Y MAESTRA.

No reparamos lo suficiente en que nuestra vida cristiana, la vida sobrenatural y divina que nos fue infundida en el santo bautismo, es eso: vida.

La vida cristiana al igual que toda forma de vida y todo cuanto existe tiene su origen en Dios que es la fuente de la vida. ¡Dios es la Vida! De sus manos ha salido todo cuanto existe.

Sin embargo, Dios ha querido hacer partícipe al género humano de su misma vida, la vida divina.

Es a esta vida divina a la que Jesús se refiere cuando dice a Nicodemo: "Yo te aseguro que el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo repuso: ¿Cómo es posible que un hombre vuelva a nacer siendo viejo? ¿Acaso puede volver a entrar en el seno materno para nacer de nuevo?

Jesús le contestó:
Yo te aseguro que nadie puede entrar en el reino de Dios, si no nace del agua y del Espíritu" (Jn 3, 3-5)

Esta vida nueva fue infundida en nuestra alma cuando recibimos el santo bautismo. Mediante él fuimos engendrados por el Espíritu y renacidos a la vida sobrenatural.

En ese nuestro renacer tuvieron parte María como Madre  y el Espíritu Santo como Señor y dador de vida.

Resulta que la vida divina es, por decir de alguna manera, nuestra vida más importante, nuestra vida verdadera, porque es vida eterna.

La vida terrenal, física, es perecedera y temporal. La vida divina no se acaba.

Pero nosotros, infelices, cuidamos y nos desvivimos por nuestra vida terrenal, por nuestras necesidades físicas y descuidamos la vida verdadera. ¡Es una aberración! Pero nos comportamos así.

Aunque María, nuestra Madre, cuida de nuestra vida sobrenatural.

Ofrecemos la flor correspondiente en este día a la Santísima Virgen María: LA CALA.

Fruto obtenido de este piadoso Ejercicio Mariano: poner los medios para el crecimiento de nuestra vida sobrenatural.

ORACIÓN FINAL: ¡Oh hermosa Señora, Reina del Mar, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo Unigénito!. Amén.



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