MAYO, MES DE LA VIRGEN MARÍA.
El mes de Mayo, se ha consagrado tradicionalmente a la Madre de Dios. Es costumbre que durante todos los días, se realice el llamado Ejercicio del Mes de las Flores, donde cada día, junto con la flor que se coloca a Sus plantas, le ofrezcamos a la Virgen algo de nuestro ser, algo que nos cueste realizar, un trabajo, una promesa... Igualmente, aprendemos con este Ejercicio piadoso, algo nuevo sobre los dones y prerrogativas con los que Dios cubrió a María Santísima, Madre de Dios y Madre Nuestra, Reina del Mar.
EJERCICIO DEL MES DE LAS FLORES:
PARA TODOS LOS DÍAS:
Venid y vamos todos con flores a porfía,
con flores a María, que Madre nuestra es.
De nuevo aquí nos tienes, purísima doncella,
más que la luna, bella, postrados a tus pies.
Venimos a ofrecerte las flores de este suelo,
con cuánto amor y anhelo, Señora, tú lo ves.
Por ellas te rogamos, si cándidas te placen,
las que en la gloria nacen, en cambio, tú nos des.
DÍA 25: VIRGEN GENEROSA.
"Dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante; porque con la medida con que midáis, Dios os medirá a vosotros" (Lc 6, 38). Este es el consejo que Jesús nos da a sus seguidores. Se trata de una llamada a salir de nosotros mismos, a ir despojándonos de toda forma de egoísmo y abrir nuestro corazón a la generosidad.
La generosidad de Dios no tiene límites. Podemos comprobarlo sólo con mirar a la creación. Todo cuanto existe está dando testimonio de un Creador espléndido, generoso y magnánimo.
La creación es obra de un Dios que sale de Sí mismo para volcarse en sus criaturas haciéndolas participar de su bondad, de su sabiduría, de su belleza; en definitiva de su felicidad.
Pero esta generosidad de Dios adquiere una dimensión insospechada cuando el Verbo de Dios se hace hombre. El eterno entra en el tiempo y se somete a la muerte. El Creador se hace criatura. El que es rico se hace pobre. “Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz” (Fil 2, 6-8). La infinita generosidad de Dios brilla con claridad ante nuestros ojos al contemplar la encarnación del Hijo.
La creación y la encarnación redentora tienen su razón de ser en el misterio del amor de Dios que estalla en generosidad infinita al obrar todo ello por nosotros y por nuestra salvación.
Creados a imagen y semejanza de Dios nuestra verdadera naturaleza es tener un corazón generoso.
Ofrecemos la flor correspondiente en este día a la Santísima Virgen María: EL AZAHAR.
Fruto obtenido de este piadoso Ejercicio Mariano: la generosidad.
ORACIÓN FINAL: ¡Oh hermosa Señora, Reina del Mar, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo Unigénito!. Amén.
DÍA 25: VIRGEN GENEROSA.
"Dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante; porque con la medida con que midáis, Dios os medirá a vosotros" (Lc 6, 38). Este es el consejo que Jesús nos da a sus seguidores. Se trata de una llamada a salir de nosotros mismos, a ir despojándonos de toda forma de egoísmo y abrir nuestro corazón a la generosidad.
La generosidad de Dios no tiene límites. Podemos comprobarlo sólo con mirar a la creación. Todo cuanto existe está dando testimonio de un Creador espléndido, generoso y magnánimo.
La creación es obra de un Dios que sale de Sí mismo para volcarse en sus criaturas haciéndolas participar de su bondad, de su sabiduría, de su belleza; en definitiva de su felicidad.
Pero esta generosidad de Dios adquiere una dimensión insospechada cuando el Verbo de Dios se hace hombre. El eterno entra en el tiempo y se somete a la muerte. El Creador se hace criatura. El que es rico se hace pobre. “Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz” (Fil 2, 6-8). La infinita generosidad de Dios brilla con claridad ante nuestros ojos al contemplar la encarnación del Hijo.
La creación y la encarnación redentora tienen su razón de ser en el misterio del amor de Dios que estalla en generosidad infinita al obrar todo ello por nosotros y por nuestra salvación.
Creados a imagen y semejanza de Dios nuestra verdadera naturaleza es tener un corazón generoso.
Ofrecemos la flor correspondiente en este día a la Santísima Virgen María: EL AZAHAR.
Fruto obtenido de este piadoso Ejercicio Mariano: la generosidad.
ORACIÓN FINAL: ¡Oh hermosa Señora, Reina del Mar, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo Unigénito!. Amén.
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