MAYO, MES DE LA VIRGEN MARÍA.
El mes de Mayo, se ha consagrado tradicionalmente a la Madre de Dios. Es costumbre que durante todos los días, se realice el llamado Ejercicio del Mes de las Flores, donde cada día, junto con la flor que se coloca a Sus plantas, le ofrezcamos a la Virgen algo de nuestro ser, algo que nos cueste realizar, un trabajo, una promesa... Igualmente, aprendemos con este Ejercicio piadoso, algo nuevo sobre los dones y prerrogativas con los que Dios cubrió a María Santísima, Madre de Dios y Madre Nuestra, Reina del Mar.
EJERCICIO DEL MES DE LAS FLORES:
PARA TODOS LOS DÍAS:
Venid y vamos todos con flores a porfía,
con flores a María, que Madre nuestra es.
De nuevo aquí nos tienes, purísima doncella,
más que la luna, bella, postrados a tus pies.
Venimos a ofrecerte las flores de este suelo,
con cuánto amor y anhelo, Señora, tú lo ves.
Por ellas te rogamos, si cándidas te placen,
las que en la gloria nacen, en cambio, tú nos des.
DÍA 19: LLENA DE GRACIA.
La primera oración que aprendemos siendo niños, junto con el Padre nuestro, es el Ave María. De esa forma tan natural vamos creciendo con la conciencia de que tenemos e el cielo un Padre que nos ama y una Madre que vela por nosotros con ternura.
Dios es nuestro Padre y ha querido que en el orden sobrenatural no carezcamos de una Madre que nos engendra a la vida de la gracia y que a lo largo de nuestra vida nos dispensa todos los cuidados para que esa vida sobrenatural crezca, se desarrolle y logremos alcanzar la vida eterna.
Ese es el plan de salvación trazado por Dios. No hay otro. Por eso María es la Madre de todos los hombres.
En esa oración tan entrañable la saludamos utilizando las mismas palabras con las que el Arcángel San Gabriel la saludó en la Anunciación: Ave María, llena de gracia.
Se entiende por gracia divina o gracia santificante un favor o don gratuito concedido por Dios para ayudar al hombre a cumplir los mandamientos, salvarse o ser santo, como también se entiende el acto de amor unilateral e inmerecido por el que Dios llama continuamente las almas hacia Sí.
La Virgen recibió del Señor todas las gracias que Cristo obtuvo mediante su obra Redentora. En María todo es gracia y virtud, lo cual no la eximió de la necesidad de su colaboración con las gracias recibidas. Esta colaboración hizo meritorias ante Dios toda y cada una de sus obras interiores y exteriores.
El haber recibido en plenitud la gracia no supone que Ella lo tuviese más fácil que nosotros, por el contrario requirió de Ella el ejercicio de todas las virtudes en grado heroico.
Ofrecemos la flor correspondiente en este día a la Santísima Virgen María: EL TULIPÁN.
Fruto obtenido de este piadoso Ejercicio Mariano: valorar debidamente y colaborar con la gracia divina para salvarnos.
ORACIÓN FINAL: ¡Oh hermosa Señora, Reina del Mar, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo Unigénito!. Amén.
DÍA 19: LLENA DE GRACIA.
La primera oración que aprendemos siendo niños, junto con el Padre nuestro, es el Ave María. De esa forma tan natural vamos creciendo con la conciencia de que tenemos e el cielo un Padre que nos ama y una Madre que vela por nosotros con ternura.
Dios es nuestro Padre y ha querido que en el orden sobrenatural no carezcamos de una Madre que nos engendra a la vida de la gracia y que a lo largo de nuestra vida nos dispensa todos los cuidados para que esa vida sobrenatural crezca, se desarrolle y logremos alcanzar la vida eterna.
Ese es el plan de salvación trazado por Dios. No hay otro. Por eso María es la Madre de todos los hombres.
En esa oración tan entrañable la saludamos utilizando las mismas palabras con las que el Arcángel San Gabriel la saludó en la Anunciación: Ave María, llena de gracia.
Se entiende por gracia divina o gracia santificante un favor o don gratuito concedido por Dios para ayudar al hombre a cumplir los mandamientos, salvarse o ser santo, como también se entiende el acto de amor unilateral e inmerecido por el que Dios llama continuamente las almas hacia Sí.
La Virgen recibió del Señor todas las gracias que Cristo obtuvo mediante su obra Redentora. En María todo es gracia y virtud, lo cual no la eximió de la necesidad de su colaboración con las gracias recibidas. Esta colaboración hizo meritorias ante Dios toda y cada una de sus obras interiores y exteriores.
El haber recibido en plenitud la gracia no supone que Ella lo tuviese más fácil que nosotros, por el contrario requirió de Ella el ejercicio de todas las virtudes en grado heroico.
Ofrecemos la flor correspondiente en este día a la Santísima Virgen María: EL TULIPÁN.
Fruto obtenido de este piadoso Ejercicio Mariano: valorar debidamente y colaborar con la gracia divina para salvarnos.
ORACIÓN FINAL: ¡Oh hermosa Señora, Reina del Mar, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo Unigénito!. Amén.
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