MAYO, MES DE LA VIRGEN MARÍA.
El mes de Mayo, se ha consagrado tradicionalmente a la Madre de Dios. Es costumbre que durante todos los días, se realice el llamado Ejercicio del Mes de las Flores, donde cada día, junto con la flor que se coloca a Sus plantas, le ofrezcamos a la Virgen algo de nuestro ser, algo que nos cueste realizar, un trabajo, una promesa... Igualmente, aprendemos con este Ejercicio piadoso, algo nuevo sobre los dones y prerrogativas con los que Dios cubrió a María Santísima, Madre de Dios y Madre Nuestra, Reina del Mar.
EJERCICIO DEL MES DE LAS FLORES:
PARA TODOS LOS DÍAS:
Venid y vamos todos con flores a porfía,
con flores a María, que Madre nuestra es.
De nuevo aquí nos tienes, purísima doncella,
más que la luna, bella, postrados a tus pies.
Venimos a ofrecerte las flores de este suelo,
con cuánto amor y anhelo, Señora, tú lo ves.
Por ellas te rogamos, si cándidas te placen,
las que en la gloria nacen, en cambio, tú nos des.
DÍA 26: CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS.
Invocamos a María con este hermoso título, "Consuelo de los afligidos". En realidad no es un título. Suena mal, aplicado a cualquier madre y todavía más a la Madre del Cielo. ¡Es una realidad! Una actividad permanente que nuestra Madre nunca deja de llevar a cabo, consolar a sus hijos afligidos, enjugar las lágrimas de nuestro corazón, soplar dulcemente sobre las heridas que escuecen nuestra alma, estrecharnos fuertemente contra su Corazón Inmaculado. ¿Quién sino María, nuestra Madre, es la buena samaritana que nos encontramos en todos nuestros caminos, siempre dispuesta a socorrernos, consolarnos y sanar nuestras dolencias más íntimas y profundas?
El Corazón Inmaculado de María es un pozo rebosante de aguas que van creciendo en la medida en que Ella va recogiendo todas y cada una de las lágrimas de todos los que formamos esta pobre humanidad.
Ella no deja que se pierda ninguna de esas lágrimas y las une a las suyas y a las de su Hijo para que el amor sepulte bajo sus aguas todo egoísmo, toda maldad, toda iniquidad. ¿Cómo consuela María a sus hijos? Envolviéndonos en su amor, arropándonos en su ternura casi infinita, y sobre todo acercándonos a Aquél que es el médico y la salud de todos nosotros, su divino Hijo Jesucristo.
Parece que el Corazón de María hubiese sido creado por Dios especialmente para ejercer ese ministerio de la consolación sin el cual nuestra vida sería como una tierra en la que jamás brillase el sol.
Sin sus consuelos maternales nos moriríamos de frío y desamor. ¡Consolar a Dios y a María mediante el consuelo que ofrecemos a nuestros hermanos!
Ofrecemos la flor correspondiente en este día a la Santísima Virgen María: LA AMAPOLA.
Fruto obtenido de este piadoso Ejercicio Mariano: ejercer como cristianos el ministerio de la consolación.
ORACIÓN FINAL: ¡Oh hermosa Señora, Reina del Mar, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo Unigénito!. Amén.
DÍA 26: CONSUELO DE LOS AFLIGIDOS.
Invocamos a María con este hermoso título, "Consuelo de los afligidos". En realidad no es un título. Suena mal, aplicado a cualquier madre y todavía más a la Madre del Cielo. ¡Es una realidad! Una actividad permanente que nuestra Madre nunca deja de llevar a cabo, consolar a sus hijos afligidos, enjugar las lágrimas de nuestro corazón, soplar dulcemente sobre las heridas que escuecen nuestra alma, estrecharnos fuertemente contra su Corazón Inmaculado. ¿Quién sino María, nuestra Madre, es la buena samaritana que nos encontramos en todos nuestros caminos, siempre dispuesta a socorrernos, consolarnos y sanar nuestras dolencias más íntimas y profundas?
El Corazón Inmaculado de María es un pozo rebosante de aguas que van creciendo en la medida en que Ella va recogiendo todas y cada una de las lágrimas de todos los que formamos esta pobre humanidad.
Ella no deja que se pierda ninguna de esas lágrimas y las une a las suyas y a las de su Hijo para que el amor sepulte bajo sus aguas todo egoísmo, toda maldad, toda iniquidad. ¿Cómo consuela María a sus hijos? Envolviéndonos en su amor, arropándonos en su ternura casi infinita, y sobre todo acercándonos a Aquél que es el médico y la salud de todos nosotros, su divino Hijo Jesucristo.
Parece que el Corazón de María hubiese sido creado por Dios especialmente para ejercer ese ministerio de la consolación sin el cual nuestra vida sería como una tierra en la que jamás brillase el sol.
Sin sus consuelos maternales nos moriríamos de frío y desamor. ¡Consolar a Dios y a María mediante el consuelo que ofrecemos a nuestros hermanos!
Ofrecemos la flor correspondiente en este día a la Santísima Virgen María: LA AMAPOLA.
Fruto obtenido de este piadoso Ejercicio Mariano: ejercer como cristianos el ministerio de la consolación.
ORACIÓN FINAL: ¡Oh hermosa Señora, Reina del Mar, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo Unigénito!. Amén.
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