Mayo, mes de María

MAYO, MES DE LA VIRGEN MARÍA.

El mes de Mayo, se ha consagrado tradicionalmente a la Madre de Dios. Es costumbre que durante todos los días, se realice el llamado Ejercicio del Mes de las Flores, donde cada día, junto con la flor que se coloca a Sus plantas, le ofrezcamos a la Virgen algo de nuestro ser, algo que nos cueste realizar, un trabajo, una promesa... Igualmente, aprendemos con este Ejercicio piadoso, algo nuevo sobre los dones y prerrogativas con los que Dios cubrió a María Santísima, Madre de Dios y Madre Nuestra, Reina del Mar.

EJERCICIO DEL MES DE LAS FLORES:

PARA TODOS LOS DÍAS:

Venid y vamos todos con flores a porfía,
con flores a María, que Madre nuestra es.
De nuevo aquí nos tienes, purísima doncella,
más que la luna, bella, postrados a tus pies.
Venimos a ofrecerte las flores de este suelo,
con cuánto amor y anhelo, Señora, tú lo ves.
Por ellas te rogamos, si cándidas te placen,
las que en la gloria nacen, en cambio, tú nos des.

DÍA 6: VIRGEN CREYENTE.

Isabel, llena del Espíritu Santo, acogió a Maria en su casa saludándola con estas palabras: "¡Dichosa Tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá"(Lc 1, 45). No fue, pues, Isabel sino el Espíritu Santo quien dio testimonio de la fe de María.
Por encima de todas las virtudes y dones que adornan a la Virgen, Ella es ante todo la Virgen creyente, la Mujer de fe, la que se fía y confía plenamente en Dios, la que cree con fe firme en la Palabra de Dios.

Este es su rasgo principal, su virtud más profunda que posibilita después el resplandor de su esperanza y de su caridad ardiente.

La fe es la raíz que está plantada en Dios y se alimenta de su vida y de su Palabra. La esperanza es el tallo y la flor alimentados por la sabia de la fe. La caridad es el fruto dulce y jugoso que se manifiesta en actitudes y en obras de amor a Dios y al prójimo.

Es verdad que el don más alto recibido por María es el de ser la Madre de Dios, por pura gracia del Señor, por elección gratuita del Altísimo. Pero no es menos cierto lo que dice San Agustín, que María antes de haber concebido a Cristo en su vientre ya lo había engendrado en su corazón por su fe.

Todo es gracia de Dios en la vida de María, pero también todo en Ella es correspondencia plena a la gracia desde la fe.

La vida de María es un Sí permanente a Dios, pero un sí pronunciado no desde la visión de las cosas, ni desde la comprobación experimental o científica de las promesas. María responde desde la fe.

Ofrecemos la flor correspondiente en este día a la Santísima Virgen María: LA ROSA DE PASIÓN.

Fruto obtenido de este piadoso Ejercicio Mariano: la fe.

ORACIÓN FINAL: ¡Oh hermosa Señora, Reina dem Mar, nos alegramos en tu Hijo Resucitado ya que Dios te ha amado tanto para hacerte Hija del Padre, Esposa del Espíritu Santo y Madre de Su Hijo Unigénito!. Amén.



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